La primera actuación, la más inmediata,
debe ser procurar al paciente una respiración aceptable:
Conseguir la desobstrucción de las vías respiratorias para
evitar la asfixia, extrayendo los cuerpos extraños, sólidos o líquidos, y
retirando la lengua caída hacia atrás. Si el paciente no respira por sí sólo
habrá que ventilarlo desde el exterior mediante respiración boca a boca hasta
disponer de un dispositivo mecánico.
El segundo aspecto a corregir es
el referente al sistema circulatorio, para evitar el shock. Se deben valorar la
frecuencia cardiaca y la tensión arterial.
Una valoración inicial
se obtiene tomando el pulso: permite valorar la frecuencia y ritmo cardiaco, y
su “fortaleza” nos indica una adecuada tensión arterial. El shock o choque es
un trastorno hemodinámico agudo caracterizado por una perfusión inadecuada,
general y duradera, de los tejidos que pone en peligro la vida. Los signos
característicos son la piel fría y húmeda, los labios cianóticos (azulados), la
taquicardia y la hipotensión arterial (pulso débil y rápido), la respiración
superficial y las náuseas. Estos síntomas no son inmediatos; el shock puede
desarrollarse varias horas después del accidente. Para evitarlo debe mantenerse
abrigado al paciente e iniciar lo antes posible la perfusión de líquidos y
electrolitos por vía intravenosa. Está prohibido administrar fármacos
estimulantes y alcohol
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